Redacción de un texto con ayuda de viñetas

Javier Sanz Catalán
 @habijer
Secundaria Texto narrativo.

Ilustrador: Colin Thompson
Definición de la actividad 
  • Se pretende trabajar el texto narrativo con el apoyo de las viñetas. 
  • Además se desea seguir unas pautas de trabajo señaladas en un documento adjunto. 
Desarrollo 
  • Para realizar esta actividad, se trabaja con un modelo elaborado por el profesor. Se explica el procedimiento seguido. 
  • Se resuelven las dudas que se plantean. Se entrega una tira de viñetas distinta a cada alumno.El alumnado realiza los distintos pasos en diferentes formatos. 
  • Inicialmente, aprovecha la hoja con las viñetas para distribuir el planteamiento, nudo y solución de su historia. Añade vocabulario adecuado a la misma. 
  • Posteriormente realiza su borrador en el papel. A continuación lo escribe en Google Drive para las distintas revisiones. 
  • Lo publica en Drive.

Te presentamos este relato en su fase inicial de borrador y en su fase definitiva para que pueda comprobar cómo las diferentes revisiones de un texto consiguen que el texto mejore.


Para poder conocer con más detalle se recomienda la lectura de este documento.



EJEMPLOS
Corrida en el campo

        Aquel verano fue inolvidable para mí. Habíamos pasado las vacaciones en casa de mis abuelos en la playa y regresábamos a nuestra casa. En el trayecto paramos en Sevilla para descansar y hacer un poco de turismo (a mis padres les encanta enseñarnos a mi hermana y a mí monumentos, iglesias, plazas...).
         ─¡Papá, mira ese cartel de una corrida de toros! Podríamos ir, "porfa" ─señalé, zalamero, señalando el cartel taurino.
         ─Luis, ya sabes que a tu madre y a tu hermana les dan miedo los toros... ─me respondió, no muy convencido, mi padre.
         ─Pero, si es una ocasión única. Ya no podremos ver esa corrida en mucho tiempo. Mira quién torea, es Padilla ─insistí, convencido de que mi padre cedería porque era seguidor incondicional del torero tuerto.
         ─Bueno, pero vamos a consultárselo a tu madre y a tu hermana, a ver qué opinan ─,sugirió mi progenitor, que lo estaba deseando tanto como yo.
         ─Aceptamos con una condición, que por la noche podamos ir al concierto de  La Oreja de Van Gogh ─terció mi madre, que sabía que era el grupo favorito de mi hermana.
         ─De acuerdo ─contestamos a la vez mi padre y yo.

         A las cinco de la tarde comenzó el espectáculo. ¡Qué ambiente! La plaza estaba llena, hasta los topes, no cabía un alma. El sol calentaba de lo lindo. ¡Menos mal que habíamos comprado entradas de sombra! El torero con su capote, enfrente del toro en el coso taurino, ¡qué valiente! Los aficionados disfrutaban de lo lindo al ver cómo le ponían las banderillas al morlaco. Mi madre y mi hermana se asustaron y llegaron a pasar miedo cuando el diestro entró a matar con su estoque. Sin embargo, yo no tuve esa sensación.
         Al cabo de unos días regresamos a nuestro hogar. No podía olvidar lo que había visto en el ruedo. Una mañana, cuando estaba solo en la cocina desayunando vi unas vacas en el campo de mi vecino. Ni corto ni perezoso, decidí coger el mantel de la mesa y me fui directo al prado en el que pastaba el ganado. Quería emular al torero y ¡quién sabe!, igual podría llegar a ser tan famoso como él.
         Cuando estaba delante de aquella inmensa vaca lechera ella ni me hizo caso,  únicamente movía su rabo para espantar las moscas. Yo, con mucho atrevimiento, la cité; el animal, a lo suyo; insistí, pero nada. Me acerqué un poco más. Pude observar con detalle sus enormes cuernos que imponían un poco de respeto. De repente el rumiante levantó su testa y yo pensé que había logrado captar su atención... ¡Sí, sí! Lo que miraba era cómo una cabra se abalanzaba sobre mí y me corneaba con todas sus fuerzas. ¡La muy traidora! Podría haberme avisado.
   Definitivamente aprendí la lección durante dos semanas que fue lo que me duró el moratón que tenía en el trasero



Mi primera pesadilla

Y se volvieron a oír esos disparos. Otra vez los ladrones se disponían a asaltar el banco central. 
 Yo estaba aterrorizado, pero quería acabar de ver aquella película de terror. 
 —Agente 007, preparado para entrar —dijo el protagonista del largometraje. 

 Mis manos temblaban, sentía miedo, pero a la vez curiosidad por terminar de verla. Cuando el atracador estaba a punto de entrar a la sucursal… La televisión se apagó, y apareció mi madre en el salón con cara de pocos amigos… 
 —¡Hugo, a la cama ya mismo! ¿Sabes qué hora es? ¡Son las dos de la mañana! ¡Mañana estás castigado sin móvil! —me gritó mi mamá.

Así que corriendo fui al baño, me lavé los dientes y me metí en la cama… Tardé un rato en conciliar el sueño, ya que me había tomado varias coca-colas… 
 Me desperté en un sueño, solo estábamos yo y dos muchachos enmascarados. Me encontraba en un callejón sin salida, a mi derecha se divisaba el banco central, y es entonces cuando me di cuenta de que estaba reviviendo la película que antes había visto, aunque… esta vez el protagonista era yo. 
 —¡Quieto quillo! —expresó un ladrón con un acento andaluz bastante gracioso. 
 —No te muevas y no te pasará nada… Solo serás nuestro rehén —replicó su compañero. 

 Y yo me preguntaba en mi interior… ¿Qué es eso de rehén?, y… ¿Si me muevo? Y…¿Si escapo? Las dudas abordaban mi cabeza… 
 Es entonces cuando los bandidos se acercaron a mí, yo estaba tan atemorizado que empecé a correr, sin darme cuenta de que yo solo me estaba encerrando en el callejón… 
 Sacaron sus pistolas y me dispararon a quemarropa. Suerte que ninguna de sus balas me llegaron. Sus revólveres no eran más que dos baratijas de fogueo. 
 Y cuando ya estaba a salvo, me desperté. Pegué un golpecito en mi cabeza y me reproché a mi mismo:
 —Hugo… ¡Pareces tonto! 

El insomnio por aquella pesadilla me duró hasta tarde, con lo cual al día siguiente… No podría ni con las tabas. 
 Prometí no ver más películas de miedo, ya que luego me asusto y recreo las películas en un sueño… Al fin y al cabo, hasta yo mismo sé que no lo iba a cumplir… Me encantan esas pelis.

Gracia Rández 1º B


Una fuerte tormenta

Una mañana, fui a pescar con unos cuantos amigos al barco pesquero que tenemos desde hace más o menos dos años. Nos gusta muchísimo ir a pescar todos juntos. Al adentrarnos al mar, se complicaron las cosas, el oleaje era cada vez más fuerte y bravo, se acercaba una tremenda tormenta.

—¡Juan! ¡Subid todas las redes e inmediatamente vamos a cubierta! —grité.

Todos le ayudaron a recoger las enormes redes, mientras que yo, intentaba dirigir el barco. Pero me di un coscorrón en la cabeza cuando me deslicé por el suelo mojado. Mis amigos vieron un helicóptero e hicieron señas con luces para llamar la atención a los chicos que estaban dentro de él. Un buzo vino a rescatarnos. Me subieron el primero al helicóptero, por una larga y tensa correa y después, a Juan, Alberto, Miguel y Mario. Cuando llegamos a la orilla, llamaron rápidamente a una ambulancia para llevarme al hospital.

Estuve una semana allí, por suerte no perdí la memoria. MI sobrino cada día me visitaba, para hacerme compañía.

—¡Buenos días tío Fernando! —exclamaba alegre todas las mañanas.

Una de ellas, me dio su trofeo favorito, es un racimo de uvas, lo ganó un día por ser el que más racimos recogió en un tiempo determinado.

Las veces que miro ese trofeo siempre me recuerda a él.

—Muchas gracias sobrinito —le dije sonriente, mientras le frotaba el pelo con la mano.

Estoy muy contento de tener un sobrino tan amable.

Inés González. 1.º B





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